Transporte marítimo considera nuevas y antiguas estrategias para reducir sus emisiones

BW LPG, con sede en Singapur, actúa de forma diferente a la de muchos armadores. Si durante la travesía de un buque queda claro que un atracadero no estará libre a su arribo al puerto, la nave simplemente reducirá la velocidad para presentarse cuando haya sitio. Al no tener que esperar durante días o semanas, se ahorra combustible y se evitan emisiones. El año pasado, esta estrategia supuso más de 500 toneladas métricas de combustible no quemado, según Prodyut Banerjee, vicepresidente y jefe de Operaciones de BW, reportó Bloomberg.

Conocido como «arribos virtuales», este método de navegación más inteligente existe desde hace tiempo. Pero a medida que se acelera la crisis climática y sectores dependientes de los combustibles fósiles como las aerolíneas y el transporte marítimo luchan por reducir su huella de carbono, su popularidad -así como la de otras estrategias más ecológicas- va en aumento.

Tradicionalmente, cuando se chartea un buque para transportar carga, el contrato exige que el buque arribe a su destino lo antes posible, independientemente del tráfico del puerto. El cliente incluso se compromete a compensar al armador por la espera en el fondeadero, algo que se conoce como sobrestadía.

Dado el incentivo, los armadores se han apresurado tradicionalmente a cruzar los océanos, quemando más combustible a mayor velocidad sólo para esperar al arribar a su destino. Según un informe de 2020, los petroleros y graneleros pasan hasta un 10% de su tiempo aguardando para atracar en un puerto. Mientras esperan, queman más combustible, pero ganan más dinero.

Aunque esta práctica de «navegar rápido, luego esperar» es intrínsecamente derrochadora, los intentos de acabar con ella han fracasado en parte debido a la complejidad de alcanzar términos contractuales que satisfagan a todas las partes (y, por supuesto, al incentivo del beneficio). Una estrategia aparentemente similar es el arribo «justo a tiempo» o JIT. En lugar de un contrato entre un armador y un transportista, los puertos coordinan sus recursos con todos los buques entrantes para garantizar que optimizan la velocidad para arribar cuando hay un atraque disponible.

Los elevados costos del combustible han hecho que los arribos virtuales y JIT sean más apetecibles para el sector naviero. Pero lo que realmente está impulsando su atractivo es una normativa que la OMI lleva aplicando desde enero, el Indicador de Intensidad de Carbono IIC, que exige a los armadores mejorar las emisiones de carbono de sus buques.

Para más información: https://www.mundomaritimo.cl/noticias/transporte-maritimo-considera-nuevas-y-antiguas-estrategias-para-reducir-sus-emisiones 

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