Dejando atrás el segundo año de la pandemia, el tercer año de la era COVID-19 no pareciera traer muy buenas noticias… o al menos así se ve en el horizonte con la variante Ómicron esparciéndose por el mundo casi con la misma fuerza que lo hizo la primera ola de coronavirus hace unos 24 meses. Pero ahora estamos preparados para esperar lo inesperado, puesto que esto se ha se ha convertido en la norma. Una fotografía de las últimas semanas del 2021 presenta el tono para el inicio del 2022.
Altas tarifas + Ómicron = incertidumbre
Se espera que la tendencia de altas tarifas vista en 2021 continúe en el primer cuatrimestre de 2022. Aunque algunas rutas comerciales han visto la estabilización de las tarifas, estas siguen estando en valores máximos históricos, y la proyección es que se mantengan altos al menos hasta después del Año Nuevo Chino que este año caerá el 1 de febrero. El esperado aumento en la demanda por parte de consumidores chinos y el alto volumen de movilidad de personas en el país asiático podrían también acentuar la congestión portuaria en esa región.
En cuanto para la ruta occidental, LA/LB sigue acaparando titulares por las largas esperas en el puerto, según consigna un reporte de Xeneta publicado a mediados de diciembre, a lo que se suma la variante Ómicron y su potencial de cerrar los puertos -especialmente los puntos de origen en China gracias a su política ‘cero COVID’- y así retrasar aún más el transporte terrestre en puertos de destino en el hemisferio occidental.
¿Es el transporte aéreo la solución?
Por lo tanto, ante los retrasos en el transporte marítimo, los operadores logísticos integrados están optando por el transporte aéreo cuando el volumen, peso y naturaleza de la carga lo permiten. Pero, ¿qué tanto soluciona el flete aéreo? Sí, es una alternativa viable para evitar los puertos congestionados y, en muchos casos, acorta la distancia de transporte terrestre pero, al mismo tiempo, es mucho más costoso. ¿Se compensa? Eso depende de los dueños de la carga de decidir dónde está el equilibrio entre los altos valores de las tarifas y el menor tiempo de transporte tanto para su carga, para sus clientes y para el valor agregado que esperan entregar.
Quizás Ómicron podría incluso jugar a favor del eslabón aéreo de la cadena de suministro, a medida que las restricciones de viajes comienzan a limitar los espacios para los pasajeros nuevamente, liberando así más cabida para la carga en las bodegas de las aeronaves… pero no olvidemos que en tiempos de pandemia quienes no pueden gastar recursos en viajes vuelcan sus gastos hacia compras de mejoramiento del hogar -desde herramientas y muebles a equipamiento de entretenimiento y ejercicios- y llenan rápidamente el espacio disponible para bienes manufacturados que resultan cruciales en tiempos de pandemia, como no perecibles, equipamiento médico, repuestos y otros bienes de consumo importantes que terminan en camiones y otros vehículos de última milla recorriendo, casa por casa, buscando su nuevo hogar.
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