El Salvador requiere elevar educación y exportaciones

La Escuela Superior de Economía y Negocios (ESEN) presentó en un libro una serie de propuestas concretas para mejorar, en el largo plazo, el desarrollo económico y humano de El Salvador.

Para que El Salvador pueda alcanzar un mayor nivel de desarrollo humano se vuelve necesario transformar la base productiva del país. Esta es una de las principales conclusiones a las que llega el libro «Una propuesta para el progreso de El Salvador. Tareas pendientes para el desarrollo económico», realizado por la Escuela Superior de Economía y Negocios (ESEN), en conjunto con la Fundación para la Educación Superior (FES).

La investigación plantea una agenda con tres dimensiones y 11 objetivos. Las primeras se ven desde el enfoque de la política horizontal (es decir, tratar de generar un mejor escenario para que todos los actores puedan resolver sus problemas e identificar oportunidades de negocios) y de la política vertical (consistente en apuestas concretas para determinados sectores), según explicó Everardo Rivera, director general de la ESEN.

Propuestas. La investigación presentada ayer plantea una agenda con tres dimensiones y 11 objetivos.

La primera dimensión, según el estudio, trata sobre las condiciones habilitantes para el desarrollo que tendrán como objetivo cerrar las brechas de capital humano. «Lo más importante es elevar la educación a nivel de país en cobertura, calidad y pertinencia, y dar apoyo a la investigación y desarrollo a través de becas», dijo Rivera.

Actualmente, la escolaridad promedio de los salvadoreños es de 6.8 años, según la DIGESTYC, lo cual es muy bajo comparado con otros países de referencia, como Singapur y República Dominicana, donde es de 12 años.

Además, El Salvador debe fortalecer su infraestructura logística (puertos y aeropuertos), de comunicaciones y energética, así como garantizar la seguridad y el control ciudadano.

La segunda dimensión tiene que ver con la institucionalidad, que señala la oportunidad de generar espacios públicos y privados (entidades técnicas) con poder de decisión y financiamiento en los que se defina y comparta la visión a la que se dirige el país en el mediano y largo plazo. Además, se debe modernizar el Estado y profesionalizar la burocracia para ser más eficientes.

Educación. Uno de los factores en los que hace énfasis el libro es en la educación. La escolaridad promedio de los salvadoreños es muy baja, apenas 6.8 años.

Apuestas

La última de las dimensiones, por su parte, consiste en las apuestas concretas planteadas en el documento de la ESEN. En ciertos sectores recomiendan la promoción de bienes de exportación de mayor valor (actualmente está muy concentrada en servicios, textiles y agricultura) o servicios especializados que generen mayor y mejores empleos (como turismo y construcción); así como un mayor apoyo a las micro y pequeñas empresas.

Esto quiere decir que para elevar el bienestar de la población se requiere diversificar lo que el país produce. Asimismo, la investigación pretende contribuir al debate sobre la visión de país, puesto que para que se dé una transformación productiva es imperativo tener una visión clara de hacia dónde dirigirse.

A juicio de Ricardo Poma, rector del centro de estudios, la coyuntura nacional es propicia para replantear la ruta que se seguirá.

«El Salvador necesita crecer para alcanzar los principales desafíos a los que actualmente se enfrenta, no podemos seguir teniendo un crecimiento exiguo y vegetativo a niveles del 2 % si aspiramos a alcanzar esos retos. Debemos definir nuestra apuesta productiva y acompañarla de acciones decididas que nos permitan diferenciarnos», expresó Poma.

Durante el evento se realizó un panel de discusión acerca del documento en el que participó el ministro de Hacienda, Nelson Fuentes. El titular del erario público coincidió en la necesidad de mejorar la educación y agregó que se debe avanzar en generar seguridad ciudadana ya que este es uno de los catalizadores de la inversión en el país y para que el recurso humano capacitado se quede.

Sin embargo, también hizo énfasis en las limitantes presupuestarias. «El tema educativo es parte fundamental para el crecimiento del país, además de otros factores como la seguridad y la salud, pero ¿con qué lo vamos a hacer? Todos saben las finanzas públicas que tenemos. ¿Estamos dispuestos a apostarle más? ¿Queremos subir de 6 % a 7 % de educación en este país? Pero, ¿y cómo con la deuda pública del 70 % del PIB?», planteó.

Por su parte, Ricardo Sagrera, fundador del programa empresarial ¡Supérate! planteó la idea de crear una entidad público-privada que ejecute y dé seguimiento a las reformas propuestas.

Tres desafíos pendientes

En el marco internacional, El Salvador enfrenta tres retos concretos para el crecimiento económico.

Elevar la competitividad

En los últimos 10 años, el país ha estado estancado en un crecimiento anual del producto interno bruto que ronda el 2 %, siendo el más bajo de la región centroamericana. Este bajo crecimiento se explica por la reducción de su nivel de competitividad. Así, varios subíndices sobre infraestructura, estabilidad macroeconómica, sofisticación empresarial y otros muestran deterioros.

Mejorar capacidades

Se estima que solo el 50.8 % de los jóvenes de entre 15 y 19 años ha terminado la educación básica, y únicamente el 39.9 % ha concluido la educación media. Estos jóvenes no son acogidos por los mercados laborales en las condiciones deseadas (bajos salarios) y se integran a laborar en la informalidad o emigran.

Sofisticación productiva

Es necesario un nuevo rumbo productivo que permita mayores niveles de diversificación y sofisticación de las exportaciones. Los principales productos de la canasta de exportaciones son servicios, textiles y productos agrícolas. Se podría apostar a las telecomunicaciones, medicamentos, servicios financieros y plásticos, entre otros.

Fuente: La Prensa Gráfica

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