El abrupto descenso de los casos de covid-19 en el Reino Unido ha sumido a la comunidad científica en la confusión y mantiene al Gobierno de Boris Johnson en un estado de desasosiego. Teme que esta tendencia descendente lleve a la ciudadanía a considerar la pandemia superada y precipite un cambio repentino de conducta que allane el camino para el resurgimiento del coronavirus. El país europeo con más muertes por la enfermedad (cerca de 129.500) se ha convertido en un laboratorio mundial de pruebas tras el levantamiento casi total de las restricciones en Inglaterra, que entró en vigor el 19 de julio, pero en lugar de la esperada continuidad al alza de los contagios, justo cuando superaban los 50.000 diarios, las cifras reflejan una drástica bajada para la que los científicos carecen de explicación concluyente.
Pero lo más extraordinario no es la rapidez de la bajada, sino que coincida con el momento en que el sexto país con más casos del planeta —y vigesimoprimero en población— ha decidido jugárselo todo a la carta de la vacunación y concluir la desescalada. Boris Johnson había prometido que el conocido como Freedom Day (Día de la Libertad) no se movería del 19 de julio, tras haberse visto obligado a retrasarlo cuatro semanas por la incidencia de la variante delta. Resuelto a garantizarlo, activó la maquinaria a plena intensidad para asegurar que, para entonces, los mayores de 40 años habían tenido oportunidad de recibir las dos dosis y, todos los adultos, al menos una. El Reino Unido es uno de los países con más vacunados del mundo, con el 55,18% de la población protegida con la pauta completa (España estaba el miércoles en el 55,7%).
Aunque los efectos del fin de las restricciones se deben empezar a notar estas fechas, 10 días después de que entraran en vigor, la sensación de seguridad causada por la reciente reducción amenaza con convertir la complacencia en la gran aliada del virus. El epidemiólogo del Imperial College London Neil Ferguson, apodado popularmente Doctor Confinamiento por haber sido una de las voces que más habían presionado por esta opción en marzo de 2020, reconoce que se tardarán semanas en descifrar el impacto de la desescalada, pero, transcurridas tres desde que hubiese previsto 200.000 casos diarios en agosto, actualmente cree que “la ecuación ha cambiado de raíz”. “Y tengo la seguridad de que hacia octubre habremos dejado atrás lo peor”, dice, si bien incide en la necesidad de “cautela”.
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