A poca distancia del punto del canal de Suez donde quedó encallado en marzo de 2021 el megabuque portacontenedores Ever Given —que bloqueó durante seis días una de las arterias más importantes para el transporte marítimo mundial— se alzan imponentes las dos mayores dragas de Oriente Próximo y África. Con una capacidad de dragado de hasta 3.600 metros cúbicos por hora, incluso en los suelos rocosos que caracterizan este tramo sur de la vía, la Mohab Mamish y la Hussein Tantawi, se sitúan ahora al frente del último gran reto en este lugar: un macroproyecto para expandir el principal paso navegable entre Europa y Asia.
El propósito de las autoridades egipcias era arrancar el proyecto en enero, pero las dosis de euforia que inyectó el rescate del Ever Given aceleraron su programa. Desde finales de junio, la Autoridad del Canal de Suez (ACS) lleva trabajando las 24 horas del día para ensanchar y hacer más profundo el tramo sur de la vía, y para alargar un segundo canal construido en 2014 que fluye paralelamente a lo largo de un tercio del canal histórico. El objetivo del proyecto, que está previsto que finalice a mediados de 2023, es aumentar la capacidad de acogida de buques sin afectar al tiempo de tránsito a través del canal, por el que circula más del 10% del comercio mundial, según la ACS.
Al mando de este proyecto se sitúa una de las figuras más destacadas de Egipto: el almirante Osama Rabie. La ACS logró cerrar 2021 con unos ingresos inéditos pese al incidente del Ever Given y a las perturbaciones sin precedentes de la pandemia en el comercio mundial. Las cifras le valieron a Rabie ser elegido el año pasado como uno de los 10 mejores directores generales de Oriente Próximo por la revista Forbes. Y más importante aún, parecen haber reforzado la confianza depositada en él por el presidente egipcio, Abdelfatá al Sisi. “El año pasado alcanzamos los 6.300 millones de dólares, los mayores ingresos en la historia del canal. Y eso fue por la gracia de Dios y gracias al nuevo canal de Suez”, señala Rabie en una conversación con Negocios a bordo de la draga Mohab Mamish.
El macroproyecto, supervisado de cerca por Rabie, arranca solo siete años después de que Egipto culminara en tiempo récord la construcción del canal de 35 kilómetros que corre en paralelo al canal histórico. El objetivo de la obra era incrementar casi al doble su capacidad de acomodar barcos, reducir un 40% el tiempo de tránsito y multiplicar por 2,5 los ingresos, que representan una fuente clave de divisa extranjera para las arcas estatales. El que fue el primer macroproyecto de Al Sisi tras tomar el poder en 2013 estuvo rodeado de críticas de quienes veían en él una forma de propaganda. Y no ayudó que en los años posteriores a su inauguración no solo no se alcanzaran los ingresos esperados, sino que sus beneficios disminuyeran. Pero esta tendencia empezó a virar en 2019.
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