En el escenario actual, las líneas navieras enfrentan una etapa crucial, marcada por la reorientación de servicios portacontenedores desde el Canal de Suez hacia el Cabo de Buena Esperanza, intensificando las presiones logísticas. Este cambio estratégico, aunque necesario, implica alteraciones significativas en la dinámica del transporte marítimo, generando mayores costos en combustible, prolongación de tiempos de navegación, riesgo de congestión portuaria y menor fiabilidad en las recaladas programadas. Un escenario complicado para los importadores.
Phillip Damas, Jefe de Supply Chain Advisors y director general de Drewry Shipping Consultants, profundiza en la crisis del Mar Rojo en un podcast, destacando que este ajuste de ruta incrementa los tiempos en al menos entre 10 y 14 días para destinos europeos. A pesar de la operación Guardián de la Prosperidad iniciada en diciembre, las líneas navieras continúan desviando una parte considerable de sus buques.
Según las estimaciones de Drewry, hasta 822 buques y hasta 10 millones de TEUs a nivel mundial (aproximadamente el 30% de la capacidad de la flota mundial) se ven potencialmente afectados por los riesgos asociados a los ataques en el Mar Rojo.
La gravedad de la situación se intensifica al ocurrir estos desvíos durante el pico de movilización de carga previa al Año Nuevo chino, cuando la capacidad desde Asia hacia Europa y hacia el Mar Rojo es sumamente limitada, generando preocupación en China respecto a la disponibilidad de capacidad.
Damas señala que los expedidores dirigidos a la costa este de Norteamérica también enfrentan impactos, especialmente en servicios hacia y desde el sur de Asia. Aunque aclara que el impacto en la costa este de Estados Unidos es limitado, el aumento en los tiempos de tránsito es significativo.
Las consecuencias se reflejan en dificultades en la cadena de suministro para exportadores e importadores del Mediterráneo, con retrasos aún mayores para buques que transportan carga desde el Mediterráneo al Mar Rojo. Además, los retrasos y desvíos provocan la acumulación de buques en los puertos, exacerbando la escasez de contenedores y generando brechas en los itinerarios, lo que, según Damas, puede impactar significativamente las cadenas de suministro globales.
A pesar de este panorama desafiante, Drewry estima que el transporte marítimo tiene suficiente capacidad para desviar a través del Cabo de Buena Esperanza, y las tarifas spot podrían volver a disminuir después de la celebración del Año Nuevo chino. En conclusión, las próximas semanas previas al 10 de febrero serán críticas para expedidores y líneas navieras, pero se vislumbra un posible retorno a la normalidad tras la festividad.