La Comisión Europea confía en que un drástico recorte del 80% en los controles aduaneros a los productos que llegan a Irlanda del Norte desde el resto del Reino Unido salve el acuerdo del Brexit. Este es principal atractivo de la oferta que ha hecho a Londres este miércoles. Bruselas asegura que su oferta explota al máximo la flexibilidad prevista en el Protocolo sobre Irlanda del Norte, pactado al hilo del acuerdo de retirada del Reino Unido de la UE.
A modo de ataque preventivo, el ministro para el Brexit británico, David Frost, reiteró el martes en un discurso en Lisboa su amenaza de suspender unilateralmente el Protocolo, que ambas partes ya pactaron en 2019 y confirmaron en el acuerdo comercial y de desarrollo del pasado diciembre, si no se acepta su renegociación en profundidad. La oferta de Bruselas no llega a eso.
“Deben realizarse cambios significativos que aborden las cuestiones fundamentales en el corazón del Protocolo, incluida la gobernanza, si queremos un acuerdo duradero”, ha comentado un portavoz oficial de Londres. Y esto supondría romper el principio de mercado único, algo que la Unión Europea no contempla sin levantar una frontera física entre las dos Irlandas. Así que ahora la pelota está en el tejado de Boris Johnson, que de cumplir su amenaza pondría en peligro la relación bilateral entre las dos orillas del canal de la Mancha y amenazaría la convivencia pacífica en la isla irlandesa, que se mantiene en un precario equilibrio, como pudo verse este año, desde que se firmaron los acuerdos de paz de Viernes Santo en 1998.
Fuentes comunitarias subrayan que “las dificultades surgidas son el resultado en gran parte del Brexit y del modelo de salida de la UE elegido por el Reino Unido”, en alusión a la decisión de Johnson de abandonar también la unión aduanera y el mercado único. Pero las mismas fuentes reconocen que el acuerdo de salida firmado hace dos años ha tenido en Irlanda “consecuencias no previstas” y consideran necesario “ofrecer soluciones prácticas a los problemas detectados”. Estas palabras se refieren a retrasos en el abastecimiento de algunos productos y escasez en los supermercados. También han surgido obstáculos en la llegada de medicinas. Y para resolverlas Sefcovic ha sido contundente: “Vamos a ir tan lejos que estamos dispuestos a cambiar las normas”.
Lo que sí descarta Bruselas es una renegociación en toda regla del Protocolo irlandés, como exige el Gobierno de Johnson, que incluso ha remitido ya a la Comisión un borrador de su propuesta para un nuevo tratado. “Si los británicos reclaman cambios en profundidad al Protocolo, entonces no habrá nada que negociar”, avisa una fuente comunitaria. “No por casualidad estuvimos tres años y medio negociándolo”, recuerda esa fuente frente a los intentos de Londres de presentar el acuerdo como una imposición de Bruselas al pueblo norirlandés.
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