A pesar de la volatilidad que ha caracterizado al mercado siderúrgico, el primer semestre del 2022 fue un período fuerte para los actores de esta industria. Los precios y la utilización alcanzaron niveles históricamente altos, lo que se tradujo en márgenes de EBITDA sin precedentes en la mayoría de las regiones. Este ciclo de crecimiento fue impulsado por la recuperación de los estragos causados por el COVID-19 y por el gasto en infraestructuras previsto desde hace tiempo como parte del estímulo a la recuperación, reportó McKinsey.
No obstante, a principios del año pasado, se empezaron a observar signos de una desaceleración del mercado. Como resultado, las perspectivas de la demanda de acero se revisaron a la baja, de acuerdo a los datos de la Asociación Mundial del Acero y sus previsiones para 2022 y 2023. Entre las razones de esta desaceleración figuran la guerra en curso en Ucrania, las oleadas de cierres relacionados con el COVID-19 en China y las interrupciones en la cadena de suministro, así como la situación macroeconómica general.
Como resultado de estas presiones, los márgenes de EBITDA y el margen sobre materias primas (MORM) disminuyeron significativamente desde sus máximos históricos, y los agentes del mercado reaccionaron con la paralización de capacidades. En Europa, más de 30 millones de toneladas métricas al año de capacidades se detuvieron en la segunda mitad del 2022, y aunque se ha vuelto a poner en marcha aproximadamente la mitad de estas capacidades en el 2023, los márgenes se han recuperado sólo ligeramente.
A pesar de que los precios del acero alcanzaron niveles históricos en 2021, la invasión de Ucrania por parte de Rusia provocó interrupciones en la cadena de suministro y aumentó la incertidumbre en el mercado, lo que llevó a nuevos aumentos de precios. Sin embargo, desde entonces el mercado de materias primas como el carbón metalúrgico, el mineral de hierro y el arrabio se ha estabilizado, ya que la demanda se ha ralentizado, especialmente en China.
A pesar de los esfuerzos de las siderúrgicas por mantener niveles saludables de utilización, se han presentado señales de alarma en Europa durante este período. Una de ellas es la ralentización de la demanda en el tercer y cuarto trimestre de 2022, que contrarrestó la dinámica positiva de la primera mitad del año y se espera que continúe en 2023.
Además, el aumento de los precios de la energía ha ejercido presión sobre los márgenes, con los precios del gas natural y la electricidad alcanzando máximos históricos. Como resultado, tanto el EBITDA como el MORM han disminuido desde las alturas de 2021 y la primera mitad de 2022, y actualmente han vuelto a los niveles medios a largo plazo.
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