¿Cambiarán los grandes bancos centrales de rumbo en 2022, tras el apoyo masivo aportado durante la pandemia? La Reserva Federal estadounidense (Fed) y el Banco Central Europeo (BCE) lo debaten esta semana en un contexto de fuerte inflación y propagación de la variante ómicron del coronavirus.
El comité de política monetaria de la Fed (FOMC) comunicará el miércoles sus intenciones, antes de que el BCE aborde el tema en su Consejo de Gobernadores. Las dos instituciones deben calibrar sus anuncios: si ajustan prematuramente las tasas de interés, podrían paralizar la recuperación, mientras que si esperan mucho, será difícil controlar la inflación, que regresó después de una década de precios controlados.
Estados Unidos ha salido de la recesión pero el empleo aun no recupera el nivel previo a la pandemia. La variante ómicron hace temer un nuevo agravamiento de los problemas logísticos, que parecía que habían mejorado en las últimas semanas, como ocurrió con el descongestionamiento progresivo del puerto de Los Angeles, California. Pero el aumento de precios en Estados Unidos, a un ritmo inédito en casi 40 años para el mes de noviembre (6,8%) podría pesar mucho.
Los mercados aguardan el anuncio de una aceleración de la reducción del programa de compra de activos de la Fed. En noviembre ya había comenzado un cambio de ritmo: de $120.000 millones por mes, las compras deben ser reducidas en 15.000 millones por mes hasta quedar en cero a mediados de junio de 2022.
«Si hacía falta un argumento para convencer a la Reserva Federal estadounidense de la necesidad de una salida más rápida de la política monetaria ultra complaciente, ésta fue aportada por la inflación» de noviembre, analizó Elmar Volker, del banco LBBW. Pero tales alzas «más rápido de lo previsto podría constituir un error de política» y frenar el crecimiento, advirtió Kathy Bostjancic, economista jefe de Oxford Economics.
Si la Fed deja entrever alzas en las tasas de interés para 2022, aumentará la presión sobre el BCE. El organismo europeo se ha mostrado reticente hasta ahora en plantear un calendario de normalización de su política monetaria.
Desde el punto de vista de la inflación, las dos instituciones no siguen la misma línea, y Jerome Powell, presidente de la Fed, reconoció recientemente que no es una diferencia transitoria. Christine Lagarde, presidenta del BCE, dijo recientemente estar «convencida» de que la presión inflacionaria es pasajera y que se reducirá en 2022, gracias a la esperada baja en los precios de la energía.
Los precios en la zona del euro han crecido 4,9% en el último año a noviembre, el más elevado en 30 años. Esa aceleración abriría la puerta a una o varias alzas en las tasas de interés en 2022.
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